jueves, 5 de julio de 2007

Un bonita historia

Estoy leyendo un libro que se llama Pasión India de Javier Moro y la otra noche lei un trozo que me encantó. Es la historia del Taj Mahal. Os dejo la historia tal como la cuentan en el libro:

Y tambien hay historias de amor, como la que simboliza un monumento que Anita puede contemplar a lo lejos, desde el tren, que en su ruta hacia el Norte rodea la ciudad de Agra, la antigua capital del Imperio mogol. Copn minaretes que se elevan al cielo y una boveda de mármol blanco donde refulgen los rayos del sol, el Taj Mahal evoca la grandeza del amor y la futilidad de la vida. Mausoleo concebido por un emperador mogol llamado Shah Jehan para honrar la memoria de la mujer de la que un día se enamoró, el Taj Mahal desprende una serena majestuosidad, una sensacion de belleza inmortal que no deja a nadie indiferente. <<>> le pregunta Mme Dijon con picardía. Anita sonrie, pensando en el rajá que la espera dentro de unas horas.
- Sigue, sigue con la historia
- Dice la leyenda que, una mañana en el bazar de palacio nada más verla, sus ojos se clavaron en ella. Era muy guapa, como una imagen sacada de una miniatura persa. Estaba sentada detrás de su puesto, rodeada de sedas y cuentas de collares cuando se le acercó el príncipe. Le preguntó que cuanto costaba un trozo de cristal tallado que brillaba entre un monton de pedreria:¿Esto?...¡Tu no tienes dinero para pagarlo!Es un diamante, le dijo ella. Cuenta la leyenda que Shah le entregó entonces diez mil rupias, que era una cantidad exorbitante, dejando a la muchacha boquiabierta. Quizas fuera su belleza o su desparpajo: algo en ella le había cautivado. La cortejó durante meses y al final consiguió casarse con ella. Le puso el nombre de Mumtaz Mahal, "la Elegida de palacio"...
Se conviertió en emperatriz y en su consejera. Se ganó el corazón del pueblo porque siempre intercedía por los más pobres. Los poetas decían que la luna se escondía de vergüenza ante la presencia de la emperatriz. Él comentaba todos los asuntos de Estado con ella, y cuando los documentos oficiales estaban finalmente redactados, los mandaba al harén para que ella estampase el sello real.

-¿Al harén? pregunta Anita. ¿Cómo podía tener otras mujeres si estaba tan enamorado de ella?
- Los emperadores pueden tener todas las mujeres que quieran, pero siempre hay una que les roba el corazón.
-Ah! suspira la malagueña.

Despues de diecinueve años de casados, ella murió de parto, al dar a luz a su decimocuarto hijo. Tenia 34 años. Dicen que durante dos años el emperador guardó luto riguroso, sin lucir joyas, ni trajes suntuosos, sin participar en fiestas ni banquetes y sin siquiera escuchar música. Para él la vida dejó de tener sentido. Cedió el mando de las campañas militares a sus hijos y se dedicó en cuerpo y alma a construir ese mausoleo a la memoria de su mujer. Se llama Taj Mahal, una abreviación del nombre de la emperatriz. Dicen que ella, en su lecho de muerte, le habria susurrado la idea de eregir un monumento a la felicidad compartida. Ahora siguen juntos, en una cripta bajo la cúpula blanca.
No dejaba de ser paradojico que el monumento considerado en el mundo entero símbolo supremo del amor entre un hombre y una mujer hubiera sido concebido y ejecutado por un hombre cuya religión le autorizaba a compartir el amor con varias mujeres. Pero como Ania ya sabía, el amor no conoce fronteras, ni tabúes, ni razas ni religiones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es preciosa, de verdad. Me he quedado sin plabras, simplemente, que historia tan bonita ^.^